El sushi se transformó en el acompañante preferido de las noches de estudio en grupo de universitarios, horas extras en el trabajo, una junta de amigos o comer algo rico viendo una serie, siendo (al igual que la pizza) un plato que propicia el compartir.
Lo segundo, es que al consumidor masivo en Chile ya no le importa qué tan fiel a lo japonés es el sushi que consume. El sushi de consumo masivo en nuestro país se fue transformando en una reinterpretación del original de Japón, dando vida a variantes de rolls que harían que un chef japonés cometiera seppuku, pero que los chilenos aman y por ello transmitir lo japonés en las marcas de sushi (letras japonesas, pez koi, bonsai, etc) no logran aportar valor a la marca (distinto es el caso de las marcas con origen auténticamente japonés, donde el negocio es hacer vivir al cliente una real experiencia japonesa).
Desde la identidad gráfica, buscamos ser mucho más sutiles con las referencias al sushi (los cortes en el logotipo, en el sistema gráfico y los colores inspirados en el salmón, wasabi, etc) para centrarnos en transmitir una marca más alegre y cercana al mundo de la indulgencia (disfrutar del rico momento que mereces).